Lo último que se ha sabido es que varios de esos 33 niños ni siquiera son huérfanos, según fuentes del Instituto de Bienestar Social que se ha hecho cargo de los menores y que ha interrogado a los mayores de siete años (en el grupo había niños con edades de entre dos meses y doce años).
Estos niños confirmaron que tienen padres y dieron incluso sus direcciones y números de teléfonos, lo que desmiente la versión de la ONG New Life Children's Refuge (Refugio de Niños Nueva Vida), una organización de confesión baptista basada en Idaho.
Los diez estadounidenses aparecieron el pasado fin de semana ante las cámaras de dos televisiones estadounidenses y aseguraron que su intención era trasladar a los niños desde uno o varios orfanatos destruidos en Puerto Príncipe a otro de la vecina República Dominicana.
La ONG hizo público el pasado fin de semana un comunicado en su página web en el que asegura: "Nuestro equipo fue falsamente arrestado hoy y estamos haciendo todo lo posible por aclarar este malentendido ocurrido en Puerto Príncipe".
Los diez estadounidenses detenidos van a ser presentados ante el juez a lo largo de la jornada de hoy, en la que podrían conocerse más detalles.
En cualquier caso, el hecho demuestra el desamparo en que se encuentran en Haití los niños huérfanos o aquellos que, sin serlo, viven en la calle.
El Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) calculaba ya antes de la guerra que un 16 por ciento de los niños haitianos había perdido a uno de sus padres o a los dos, y que solo en Puerto Príncipe vivían en calle entre 2.000 y 3.000 niños, no siempre huérfanos sino a veces procedentes de familias "desestructuradas".
"Nos preocupan estos niños, pues son los más vulnerables a la explotación y al tráfico", comenta a Efe Francoise Vanni, de Unicef-Haití.
Pero además de los niños de la calle, están los que viven en albergues o casas de acogida, que Unicef cifra en unos 600 centros en los que vivían -siempre antes del seísmo- unos 50.000 menores.
Las agencias de la ONU y los organismos no gubernamentales dan por hecho que las cifras de huérfanos y niños sin techo han aumentado tras el terremoto, pero no existe ningún cálculo al respecto.
Pero antes que la adopción internacional, Unicef asegura privilegiar cualquier otra solución como la reunificación con algún miembro de la familia extensa o incluso de la comunidad.
Fuentes de la Dirección General de Policía dijeron por su parte a Efe que son conscientes de que el tráfico de niños es un grave problema en Haití.
Según estas fuentes, los niños sacados ilegalmente de Haití pueden ir, en el mejor de los casos, a una familia de acogida que falsifica los documentos, pero en los peores puede caer en una red de explotación laboral o sexual, o incluso de tráfico de órganos, caso este último que nunca pudo demostrarse pese a existir fundadas sospechas.
Las radios haitianas, en colaboración con Unicef, emiten con cierta frecuencia avisos en los que se alerta sobre el tráfico de niños y la explotación infantil, una campaña de sensibilización que también se realiza en los hospitales y en las fronteras del país.
También ha habido denuncias de que en los días posteriores al seísmo muchos niños fueron sacados de los hospitales por personas sin vínculos familiares aprovechando la ausencia de parientes directos y el caos en que estaba sumido el país. De esos niños se ha perdido el rastro para siempre.
Las calles de Puerto Príncipe están llenas de niños que, como sus padres, deambulan de aquí para allá. No pueden ir al colegio porque el 75 por ciento de las escuelas de la ciudad quedó total o parcialmente dañada por el seísmo.
Unicef y el gobierno habían anunciado que hoy se retomarían las clases allí donde fuera posible, tanto en la capital como en las provincias, pero el caos administrativo es tan grande que nadie ha dado un aviso claro hasta el momento y todo parece indicar que la vuelta a clase ha sido postergada hasta un momento más propicio. EFE fjo/cjn
Fuente: http://www.abc.es/agencias/noticia.asp?noticia=256761
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