Los niños que crecen en estos ambientes desarrollan complejas defensas para sobrevivir. Desafortunadamente estas defensas tienen un efecto devastador en su salud emocional, cognitivo y física.
La exposición continua de un niño a la violencia y su incapacidad de asimilarla llevan al niño a desarrollar comportamientos antisociales. La capacidad del niño para prosperar en la sociedad se ve limitada por sus tendencias hacia actuar impulsivamente, su resistencia a la autoridad, comunicación violenta y otros comportamientos dañinos. Estos llevan directamente a una mayor incidencia de depresión, ansiedad, drogadicción y alcoholismo, situaciones que sólo aumentan su exclusión social.
Investigaciones recientes demuestran que las experiencias emocionales de los niños pequeños son vitales en el desarrollo del cerebro. Las experiencias emocionales que viven los niños se imprimen permanentemente en la estructura del cerebro. El constante estrés negativo (desintegración familiar, abuso y abandono) es un factor determinante que impide que los circuitos cerebrales se conecten adecuadamente. Otras experiencias negativas, como la falta de una alimentación adecuada, la falta de estimulación cognitiva, la falta de relaciones sociales positivas, también causan alteraciones en la estructura del cerebro. Comúnmente, el resultando es un cerebro que no es capaz de operar en un ambiente complejo y favorable. Sin embargo, el daño es reversible con una atención adecuada.
"Dado lo que sabemos ahora, de cómo la experiencia temprana afecta los resultados de aprendizaje y salud, en particular acerca del estrés tóxico y su impacto, de cómo la adversidad puede amedrentar la formación de los circuitos del cerebro en un niño pequeño, tenemos una enorme responsabilidad moral para hacer algo. No podemos quedarnos con los brazos cruzados y permitir que los niños sean dañados de esta manera..........sabemos demasiado".
Jack Shonkoff, Director, Centro para el Niño en Desarrollo, Universidad de Harvard
Fuente: http://www.juconi.org.mx/frase2.htm
La exposición continua de un niño a la violencia y su incapacidad de asimilarla llevan al niño a desarrollar comportamientos antisociales. La capacidad del niño para prosperar en la sociedad se ve limitada por sus tendencias hacia actuar impulsivamente, su resistencia a la autoridad, comunicación violenta y otros comportamientos dañinos. Estos llevan directamente a una mayor incidencia de depresión, ansiedad, drogadicción y alcoholismo, situaciones que sólo aumentan su exclusión social.
Investigaciones recientes demuestran que las experiencias emocionales de los niños pequeños son vitales en el desarrollo del cerebro. Las experiencias emocionales que viven los niños se imprimen permanentemente en la estructura del cerebro. El constante estrés negativo (desintegración familiar, abuso y abandono) es un factor determinante que impide que los circuitos cerebrales se conecten adecuadamente. Otras experiencias negativas, como la falta de una alimentación adecuada, la falta de estimulación cognitiva, la falta de relaciones sociales positivas, también causan alteraciones en la estructura del cerebro. Comúnmente, el resultando es un cerebro que no es capaz de operar en un ambiente complejo y favorable. Sin embargo, el daño es reversible con una atención adecuada.
"Dado lo que sabemos ahora, de cómo la experiencia temprana afecta los resultados de aprendizaje y salud, en particular acerca del estrés tóxico y su impacto, de cómo la adversidad puede amedrentar la formación de los circuitos del cerebro en un niño pequeño, tenemos una enorme responsabilidad moral para hacer algo. No podemos quedarnos con los brazos cruzados y permitir que los niños sean dañados de esta manera..........sabemos demasiado".
Jack Shonkoff, Director, Centro para el Niño en Desarrollo, Universidad de Harvard
Fuente: http://www.juconi.org.mx/frase2.htm
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